El MUBAG enriquece la exposición del XIX con uno de los últimos jardines pintados por Sorolla en su retiro madrileño

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El óleo Jardín de la Casa Sorolla (1919) formará parte de la muestra durante los próximos tres años gracias al depósito de un coleccionista particular

El Museo de Bellas Artes de Alicante ha presentado esta mañana la obra Jardín de la Casa Sorolla (1919), un óleo del artista valenciano que formará parte de la exposición permanente durante los próximos tres años gracias al depósito de un coleccionista particular.

El cuadro, que anteriormente ha estado en el Museo de Po, se incluye en la serie de jardines realizada entre 1916 y 1920 por el artista, que se recreó pintando todos los rincones del exterior de su casa madrileña con libertad técnica y expresiva, centrándose en la luz que se filtra entre la vegetación y ofrece toda una explosión de colorido. El carácter íntimo con el que concibe esta obra, una de las últimas de su fecunda carrera artística, le otorga un gran valor entre su vasta producción.

La presentación ha contado con la intervención de Jorge A. Soler, director del MUBAG, y Marisa Oropesa, representante del depositante, cuyo deseo es permanecer en el anonimato. El diputado de Cultura, Juan de Dios Navarro, ha manifestado que se trata de “una excepcional incorporación que enriquece nuestros fondos y nos permite seguir cumpliendo uno de los principales objetivos de la Diputación, que es acercar la cultura y el arte a la ciudadanía, proporcionando oportunidades para acceder a la historia y a la esencia de nuestra provincia”.

Sorolla, artista universal español del siglo XIX, sigue la misma trayectoria que la mayoría de sus contemporáneos: estudia en la Real Academia de Bellas Artes de Valencia, es pensionado por la Diputación de Valencia en Roma y a su vuelta se instala en Madrid, donde concurre a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes. Pero a Sorolla el éxito le llega muy joven, triunfando en las exposiciones celebradas en el extranjero con sus cuadros de realismo social.

La figura de Sorolla se vincula a la provincia de Alicante por diversos acontecimientos. En varias ocasiones reconoció estar muy influenciado por Emilio Sala, pionero en el tratamiento de los efectos de la luz y en el contraste de los colores y con el que ya comparte espacio en la muestra permanente.

El triunfo internacional cosechado en el Grand Prix de Paris, en 1900, le motiva a realizar una pintura más personal en la que busca potenciar la luz con una paleta más intensa y la provincia de Alicante, en concreto el mar de Jávea, será el escenario elegido para alcanzar su característico luminismo.

Precisamente, ese luminismo será el que influenciará en artistas de la provincia, como en Fernando Cabrera, compañero de estudios en la Academia de San Carlos en Valencia, con quien coincidió en los acontecimientos artísticos de la época y junto al que se ubicará su obra.

En 1918 el artista se traslada a Alicante para realizar uno de los paneles dedicados a la región valenciana que formaría parte del encargo que recibe de The Hispanic Society of America de Nueva York para decorar su sede. El tema elegido para representar Alicante es El Palmeral de Elche, que realiza en la capital acompañado por dos alicantinos, el que fue su alumno en Madrid, Emilio Varela, y su contemporáneo Heliodoro Guillen.

Su estela se prolonga en las generaciones posteriores de artistas alicantinos del siglo XX como Mataix Monllor, Vicente Albarranch o Rigoberto Soler, entre otros. Sorolla será la referencia para captar nuestra luz levantina. Como ha explicado Soler. “la obra Jardín de la Casa Sorolla es un claro ejemplo de la influencia de su tratamiento de la pincelada, color y luz en su paisaje en artistas de Alicante, por lo que integrarla en el museo conlleva a entender mejor nuestro arte en el siglo XX”.

Por ello, la pintura encaja perfectamente en el último bloque de la exposición permanente titulado “Hacia el cambio de siglo” y en el que se habla del giro estético hacia una pintura costumbrista que se abre al paisaje y a un tratamiento de la luz más moderno, máximas que recoge esta obra, que pone el broche final a la exposición abriendo el discurso a la obra contemporánea de la colección.  Además, se ubica junto al retrato de Rafael Altamira Crevea, también de Sorolla, depositado el pasado mes de junio, por periodo de un año, por parte del Museo Nacional del Prado.

 

 

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